martes, octubre 19, 2010

PACO

   Había perdido la noción del tiempo, puede por el intenso calor o por la ciudad vacía, sin vida, ningún alma en pena rodando por la vereda de la plaza nueva con sus dibujos frescos y deformes.  Faltaba media hora para que mi amiga salga del laburo, y yo quería cambiar la rutina, salir de ella, con los últimos centavos en el celular, escribí un mensaje y le dije que traiga un tinto en treta, de los más baratos, con un poquito de hielo. 
La Plaza me resultaba agobiante con las horas que no pasaban más, me moría de aburrimiento, de calor. Pensaba, mi cabeza como siempre me retumbaba, y en mi pensamiento estaba el, y el transcurso de los días y la incógnita de por qué no volvió nunca, de por qué me dijo tantas cosas lindas para después hacerlas con sus actos  horrendas, en lo contrario a todo lo que hablábamos de crecer juntos, de vivir juntos, de pertenecernos. Nada de ello sucedió, y yo ahí más solo, me acordaba de lo feliz que fui muy poquito tiempo, mis tripas se doblaban en cada estrofa que mis neuronas lo pronunciaban.  Y mi amiga no caía nunca.
 Me acerque al kiosco en donde desde principios de año ella se encontraba las 24 horas del día trabajando,por unas miserables monedas. Nos miramos cómplices, mientras ella hablaba con el cajero, yo saqué de la heladera el vino y lo metí en mis pantalones, mi remera larga con mis costillas flacas me ayudaron a pasar desapercibo, con una sonrisa picara me aleje diciéndole adiós con las manos, ella se hizo la que no me vio. 
 Mi amiga cayo al rato, yo me había tomado todo el tinto, me lo tomé así, puro, aunque se prestaba más para la birra, no se qué tengo con el tinto que siempre me puede más, yo sabía y así fue, ella saco una latita de las grandes y era bien fresca, con los puchos que iban y venían  las tomamos todas en un santiamén.  En un momento perdí la cuenta de las veces que fuimos y volvimos en busca de más, y curioso, que en ninguna de las pasadas no había nadie, ningún otro ser humano en toda la tarde, en toda la noche que se trasformaba en madrugada, nadie, solos.
 Estábamos ebrios, nos reíamos de un sapo, después yo lo tenía en la mano y se lo tiraba a ella, ella corría despavorida, a los gritos, después lo agarraba ella y yo corría, nos reímos tanto.  Al rato, a los dos nos colmo el silencio, los recuerdos se nos pasaban por los ojos pero ninguno decía nada, ambos sabíamos qué estábamos pensando, no había por qué admitir la soledad de cada uno.
 Le dije que me esperará un toque, dos segundos, corrí al departamento, como pude subí las escaleras, del cajón tomé la navaja plateada y el pegamento, coloque todo en mi bolsillo y baje a los humos.  Corrí a la plaza, con cuidado le revoleé la navaja y ella empezó a cortar el treta, no se para qué me fije, si no había absolutamente nadie en la ciudad, todos estaban de vacaciones, veraneado felices. Nunca falta un azul merodeando por donde no debe u ausente donde si debe estar, observe con atención por las dudas. Ella me grito que ya estaba todo listo.
 Con las dos manos apreté fuerte el pegamento sobre el tetra, con los deditos lo acomodaba para que no se desborde, y ya el olor empezaba a cubrir nuestras fosas nasales.  Aspiré con ganas, a la segunda pensé “esa va a tú salud”, y succione con más ganas, ella solo le dio uno pequeño y se tiro boca arriba a mirar las estrellas, yo me seguí dando.
 Nada, ningún alma en pena, solo los dibujos deformes, y coloridos, el perro pintado de cara grande, se movía, lo escuchaba ladrar, curiosamente ladraba como mi perrito, y las letras deformes ahora parecían rectas. Yo la vi con la cara pegada al tetra, eso recuerdo, y recuerdo también que nos reímos mucho.
 Podríamos haber matado alguien, que nadie se enteraba, podríamos haber armado una partusa de barrio, solo los dos, y nada, nadie, en un momento creo haber visto un pobre, con los harapos viejos, cubierto por cartones y las jorobas cansadas, solo se limito a mirarnos, como con pena, el sentía pena de nosotros, que ironía, y nosotros nos reíamos, nos reíamos fuerte, le dije, “qué miras negro de mierda”,   el siguió, ignorándome por completo.
 Cuando desperté, los ruidos de los autos me comían la cabeza, ella no estaba, yo como sonámbulo me alejé de la ventana de la estación donde me encontré durmiendo a la mañana siguiente, una cuadra después de la plaza dónde la vi por última vez.
 A veces creo tener flashes, los tipos estos que vienen y me revientan a patadas en el piso, flashes de gritos, los dos gritando como locos, tengo un moretón gigante en la espalda y creo que fue cuando me tiraron, ahí en esa esquina. A vos no te tiraron, a vos te llevaron.
 Cada vez que veo un hombre bajar de una camioneta algo se me retuerce adentro, cada vez que llega la noche estoy en estado de alerta, y en la mañana recién puedo cerrar los ojos y despierto con la ilusión de que vos estés a mi lado.  Cambiaria todo por volver el tiempo atrás y estar conciente, y recordar y cuidarte, y no dejar que te lleven. Cambiaría las ilusiones de que el amor vuelva, de que se cumplan todos esos sueños de prosperidad monogámica que tenía, todo cambio, ya absolutamente ya, si hay un diablo mi alma se la doy, pero dejaría todo, no me importa más nada. Eso no va a pasar, y ahora sé que tan feliz era en verdad, por poder contar mis días con vos, y ahora que ya no esta más amiga mía, mi vida daría para que estés bien, y para que vuelvas también.

Perdón si algunas cosas no se entienden bien o hay errores, se me vino a la cabeza esta historia y bueno la plasme.... 

domingo, octubre 10, 2010

Una pena!

 Echando alcohol arriba, las cosas se solucionan para no tirarlas, expresaron recién, ojala pasara lo mismo conmigo, para que me solucione y no me tiren. Este concepto, de tirar, es nuevo en mí,  hasta hace poco nunca lo había experimentado, esto de ser un despechado, desmoralizado, derrapado, descocado, lo último puede ser. Pero todos vienen acompañados del "tirar", "tirado".
 Está fue una semana de palabras nuevas, palabras que nunca uso, entre ellas me dijeron dos, "mueje" y "ameba", no es que no las escuché antes, o no las conocía, soy tan convencional con las palabras, a veces trato de incorporarlas, como otras cosas también, pero todos tienden al descarte así que, yo hijo de la misma era, no puedo ser menos.
Freses nuevas también, claro.
 "Intentaron mandarme a rehabilitación y dije, no, no, no", dice una loquita en otro idioma, rehab,"rehabilitarme de vos", también dice otra, bien yegua. Yo prefiero un día al aire libre, me rehabilita para volver más intoxicado aún, con ideas que flotan en mis neuronas con poca memoria a corto plazo, me desestabiliza tanto, deben de ser mis días tan turbios, que la paz de los árboles y ríos ya no son para mí.    Mientras caminaba por un puente, sentí que nunca me había sentido así en la vida, como me siento hoy, que cosa más rara de experimentar, siempre supe de esta situación por las formas chotas y de mercado en que te las dicen, a mi personalmente me desagradan, el despojo al ser humano es tan frecuente, yo lo práctico a diario, y aquí que me encuentro con la contradicción del perro al que el árbol lo mea.
 "Chorizo, rico el chorizo, se termina rápido como el amor", dijo un viejo y yo no pude disimular mi mueca irónica ante lo que había escuchado, dale viejo choto, vende tú chorizo, véndelo, tratando de no tirar frases, conceptos, palabras, que lo único que logran es desestabilizarme, tan maricon puedo ser, tan sensible, me molesta tanto ser así, hay gente que pasa por cosas peores y me hacen sentir tan de cuarta al verme así, demacrado con el paso de los días, por nada, por una oferta al pasar.
Basta de tirar, tirarla, tirármela, este abrupto orgiástico me desvela,  en dónde quedan otros conceptos, después de acabar cuatro veces, después de sentirte como la más hija de puta de todas, después de fundirte tantas veces sin pensar en nada, y despertarme así, tan feliz de la vida, y ver que hay otro día y otra nueva situación, situaciones nuevas que se presentan de cosas que nunca habías hecho, y por qué tiene que estar mal, no fue tan malo tomarte de la mano, no fue tan malo mirar mientras mi mirabas, no fue tan malo ver tus fotos y darme cuenta de que te importo, no fue tan malo saber que el dolor  ahora era más soportable después tanto sadomasoquismo.
Veo como en secuencias los conceptos de la sociedad, los veo manejarse, los veo leer estas palabras, los veo sacar sus propias conjeturas según el grado de moral católica, machista y heterosexual que tengan, veo las imágenes, los rostros de Liliana, Ernesto, Isabel, Negrita, Fernando, Jonatan, Eduardo, todos seres que admiro, que van bajó mi misma perspectiva, ven con un igual cristal al mió, y les chupa, también seguro les arrojaron conceptos, los tiraron, los despojaron, los hicieron llorar sangre, y hoy, sentados en su eternidad, que no es ninguna nube celeste, ni nada parecido, ahí sentados en los corazones de espíritus que sueñan para mejor, son felices.


"Sería una pena quedarme en el tiempo del vicio y el sexo barato. Aunque te digo que a veces tan mal no la paso. Pero a veces hasta el más idiota merece un poco de calor…Y si es el tuyo mejor, porque el tuyo es el mejor".

martes, octubre 05, 2010

La danza Inmóvil

Sobre el desarreglo de las sábanas, nuestros cuerpos eran los de un náufrago, únicos sobrevivientes del jubiloso tifón que había derribado floreros, botellas, vasos. Nuestros cuerpos no podían contener más gozo. Todavía empapado por el entresueño, giré sin darme cuenta y al recostarme en tus pezones, los roze con mi pecho. Y fue como si un loco corriendo por entre los árboles de un bosque calcinado por el verano arrojara teas que al instante lo incendiaran todo. Nuestros cuerpos ya no podían tolerar mas placer y sin embargo, entreverándonos de nuevo, descubrimos que esos bosques en llamas, era menos que el fuego de una rama, menos que el fuego de una hoja, a penas el comienzo del comienzo.
En el espejo, frente a la cama, contemplé los movimientos vertiginosos y lentos de un animal que mis ojos jamás habían visto. Vi que las piernas convulsas del cuadrúpedo luchaban entre sí.
Vi cómo sus cuatro piernas se fundían en dos. Vi que el bellísimo monstruo era bicéfalo, que sus cabezas peleaban, se mordían, se besaban, se arrancaban los hocicos. Vi que sus dos cabezas se juntaban en una sola. Vi la desesperación de sus cuatro ojos resistiéndose a ser dos. Y en los ojos que sobrevivieron vi el júbilo de ser ya sólo dos. Vi como los veinte dedos de las manos de la bestia forcejeaban, se debatían, desaparecían detrás de su lomo y reaparecían convertidos en diez, las uñas del uno en los dedos del otro. Vi que sus nuevas manos acometían lo que quedaba de sus rostros, desgajaban dos de los cuatro labios del jadeante animal malherido, le dejaban una sola, insaciable boca. Vi que uno de los labios pertenecía a la nueva cara y el otro a la abolida. Vi que las crines ahora sin contienda, mansamente se entremezclaban en una sola pelambre de cabellos, ora negros, ora castaños, ora azabaches, ora verdes. Vi como la bestia se iba pacificando aquietando, aletargándose. Y entonces, solo entonces, vi que el prodigioso animal reposaba en nuestro lecho y no en el lecho del espejo. Y que nuestros cuerpos eran su cuerpo. Y que en su rostro se mezclaban tus facciones y las mías. Y comprendí que vos eras yo, y que yo era vos. Le miré, me miró. Nos miramos.¡ Éramos el ejemplar único de una especie única, principio y fin de una raza destinada a existir ese instante único! ¡Primer y último ejemplar de una raza extinguida, el postrero ejemplar de una especie que algún día iba  nacer.