lunes, agosto 02, 2010

DROGAS BLANDAS

No soy borderline, ni trastorno limite, mi trastorno se parece pero va más allá de lo que se pueda diagnosticar, es algo que tengo que desentrañar de mis adentros, en la psicopatía agudizada por mi en el cerebro de algún pobre psicólogo, preso de mis frustraciones. No lo sé, es como dice Liliana, “no te lo puedo decir”.
De un tiempo para acá sentí como mi vida aparentemente normal, en ese momento justo en que creí, dejó de ser normal. Ahora es cuando lo sé, ya no era mi vida, ya no era yo, cambio para siempre, pude entender que era otra persona, era la cucaracha de Kafka, y no pude saberlo, no pude aceptar este cambio solo hasta que mi cuerpo me aviso.
Hoy la vida transita, ya no soy el mismo aunque el rumbo volvió, recupere un cierto equilibrio que había perdido, ese equilibrio al cual después de tanto odiarlo un día perdí y al cual recién ahí, pude valorarlo. Tengo que avisarle a veces a mis sesos, “recorda de que el equilibrio esta ahí, no te caigas de la cuerda como el gatito” les digo. Sin embargo siento como que piso en el aire, floto, tanto que ya no da miedo, ya lo naturalice, le perdí el miedo, la cobardía.
Mi trastorno es conciente de mí, y se apropia de manera útiles para cuidarse de mí y que no lo mate, busca la forma de adecuarse a cada etapa por la que yo este pasando, me habla al oído, me susurra a las piernas y se expande en mi garganta.
De niño recuerdo, una de las veces, tocaba fuerte a mi puerta el trastorno, mis piecitos se apuraban sobre los mosaicos fríos en busca de un abrazo, una calma, la paz que ese trastorno altero y modifico en tiempo y espacio, en cuerpo y alma. Una vez no hubo nadie en casa, y mi Polola, mi nena hermosa que ya no esta más conmigo, corrió a la cama, se paro y me socorrió. En su abrazo sentí esa tranquilidad que anestesio los brazos. Una vez una señora me dijo, “vos seguramente no crees en dios”, y yo si creía en el, aún sabiendo en el fondo que ella tenía razón. Eras vos trastorno de mierda, en mi subconsciente nunca me dejaste ser un tonto más, nunca, es más fácil la vida así, cuando sos un boludo que pega perfectamente con las normas de lo establecido, así triunfas en la vida. Terminas con casita y auto, mujer perfecta e hijos saludables, trabajo y vacaciones de verano. Qué más importante que eso, ser un señor o señora bien.
Pensé en cómo hacer para terminar con esto y no se si un día pueda, si pueda dejar de ser inestable, si pueda dejar de sentir un vacío inexplicable, si es por tener o no algún tipo de trastorno, no me interesa la normalidad, quién es normal, nadie. A veces admiro a la gente que a pesar del paso del tiempo, mucho tiempo, logran mantenerse cuerdos, como muy perfectitos, y yo a tan poca o corta edad tengo que andar colocando parches remendados mal cosidos en mis pieles.
En una realidad irreal e inestable me siento cuerdo, ¿alguien me explica eso? En ese momento en que me cruzo con la felicidad momentánea de algún corazón egoísta, o en cada vez en que fui libre, en la medida que aprendí a serlo. Maldito siglo al que no pertenezco, puede de ahí mi desequilibrio, esto, eso, o lo que soy, un trastorno con patas. Que feo, que fea palabra, definirme como trastornado, son sanos, todos son sanos de este mundo insano. Yo el freak de esta sociedad, feliz y contento de no quedarme tranquilo en ella, de concordar con ella, de no venderme, si un día encajo, ese va a ser el día en que el trastorno sea completo.
Releo esto y me da como quién lea esto va a sentirme como un emo, un amargado de la vida, sin saber que sonrío a diario y me levanto cada mañana con la intención de ser feliz, con o sin trastorno.

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