domingo, septiembre 05, 2010

la_flower_power

El gato debajo de la “O” y los nenes jugando con la zorra, los otros observándose la “T” y de ahí que está la creación en la transformación, la armónica que suena sin parar de unos labios agitados que la impulsan igual que a mi cuando te encuentro entre los ladrillos de ese tinglado.

Me exorcice al ritmo del tambor, era como si siempre supiste que entrarías en trance esa noche, como si la vinieras esperando más que a la noche que siempre soñaste que llegaría, y esa noche un día llego, ya partencias a esa noche, al lugar ese donde tú amiga casi afroamericana danzo con energía potenciada al son de viejas canciones.
Tambor, tambor, tambor y más tambor, tú recuerdo que se plaga entre los repiques, y tú recuerdo me lleva tu olor a rico, tu olor dulzón, tu olor que me hace sentir despiadado, descocado y me insita a la sin razón, ese es el olor de la felicidad que me quiero aspirar hasta fundir mis huecos nasales. Tambor que se confunde entre el malambo de un mestizo encarnizado y la zamba de una rubia alemana, nieta de españoles.
Tantas risas que opacan lo gris del día, tantas carcajadas que hasta se te funde la neurosis o las tendencias suicidas, y ya no vas a hacer ese grupo, en Facebook, ese grupo para las personas con tendencias a querer suicidarse los días domingos.
No entiendo nada de lo que escribí, ni siquiera están bien los tiempos, no me importa, me chupa, escribo lo que me sale y lo que tengo ganas, como que me olvide del mundo y volví a ser yo, volví entre esos ladrillos acomodados meticulosamente uno a uno, lado a lado, mano a mano, me encontré ahí como cuando me encontré entre tu ombligo, era yo de nuevo, entre tanto verde que me desplegaba de todo lo malo y me dejaba nuevo, que me arrodillaba a tu recuerdo y a mis ganas de abrazarte para no despegarme hasta sentir asco de vos, quiero cansarme una vez más. Absolverme, devolverme, envolverme, y doblegarme en tu espalda, en los huequitos de tu columna vertebral, inducirme allí, deshacerme, en pequeñas partes para no dejar recuerdo.
De nuevo el tambor, acompañado de un paisaje medieval, la chimenea, la luna, el amanecer, faltaba la cruz nada más. Y nosotros observando, comparando, imaginando, bailando, sonriendo, soñando, corriendo, embarrando, amando. Me gusta tanto la noche, la noche del galpón, la noche del tinto, del verde, del pinito, de la negra, del tommy, del otro que no me acuerdo el nombre, de vos, de mi, del presente que ahora se volvía el pasado, todos ahogados en el fondo blanco del vaso blanco que me tomé a la salud del mundo entero y de esta nueva persona que desconozco y en la que me convertí.

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