viernes, julio 16, 2010

CONCIENCIA!


Desde la perspectiva de las plantas y de todos los animales, la humanidad es una gravísima enfermedad del planeta. Visto con ojos de conejos, de hormigas, de ciervos, de perdiz y de pollo, incluso contemplado por la bestia más atroz, el hombre es el bicho más voraz, el que nunca se detiene. Ha sustituido el instinto por una inteligencia frenética y ésta le lleva a rebasar todos los límites de la crueldad hasta hacer de la destrucción un deporte. El corazón de los robles y de los álamos, el alma de los coliflores y de las lechugas, lloran de espanto cuando sienten que el hombre se acerca.

Hasta el fondo del mar llega el buzo con un arpón, y el pez perplejo en su cueva, se pregunta porqué se toma ese ser tantas molestias para matarle. Y no sólo bucea armado.
El hombre también vuela con garras de acero y emponzoña la atmósfera, perfora la corteza terrestre y exprime todos sus líquidos, por todas partes va dejando un rastro de muerte sólo compensado por el frenesí de la propia reproducción de su especie y ese deseo de sobrevivir es el viento que de noche se oye soplar con más furia en las ciudades. Al principio, el ser humano se apareaba en valles fértiles. Ahora realiza esa labor en los infinitos sótanos de cemento, es uno de los tantos ecos que produce el asfalto junto con sus chirridos de caucho y ese sonido convulso del amor humano significa que la plaga no parece tener fin.
Pero ahora en el fondo de los manantiales puros y por el alma de los ríos y mares por las entrañas de los animales y la savia de los árboles, de pronto se ha comenzado a correr una gran noticia. Se dice que un virus heroico se está enfrentando el solito contra toda la raza humana. La naturaleza lo ha dotado de conciencia y armas terribles para acabar con esta amenaza del planeta. Existe un gran alborozo en la raíz de todos los delfines, aves, koalas, pandas, leones, en fin todos los mamíferos, vegetales, fuentes, valles, montes, islas, litorales, bosques y desiertos sin olvidar a ninguna de las fieras. El virus del sida tal vez pueda detener a la humanidad, y en el corazón de la naturaleza hay por ese motivo una gran fiesta.

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