miércoles, julio 07, 2010

Creación

El tipo que hizo este perro mundo se cree un dios. Cualquiera en su lugar, por pudor, hubiera callado, pero él insiste a través de sus representantes en la Tierra en reclamar para sí toda la gloria de este invento. Respetémosle la patente. El tipo montó la vida sobre la muerte, de modo que es imprescindible matar para vivir; cinceló el dolor en *la carne de sus criaturas con el gusto de un orfebre; también les regaló la abyección moral. En el camino hacia la destrucción sembró algunas flores y supo imaginar la crueldad como una de las variaciones del placer. Luego mandó que el sol cada mañana se paseara con cierta lentitud por encima de su obra. Los pájaros comenzaron a cantar y todavía no han parado. Ante semejante situación caben algunas posturas: hincar nuestras rodillas en el basurero y entonar alabanzas en honor al fabricante de este tinglado; colaborar con él arrojando cuellos de pollo en las cunetas, espumarajos de petróleo al mar y toda clase de ponzoña en el aire, hasta completar el exterminio total del planeta, o trazar en señal de protesta una línea imaginaria de belleza, convertirla en una barricada y construir detrás de ella un sueño desesperado. Si allí un día decides apartar la suela del zapato para respetar la vida de una hormiga, serás más imaginativo que el supremo creador, y ese acto de compasión se convertirá en una provocación universal. Después, con la ternura podrás .levantar un nuevo reino en medio de la ruina de todos los seres. Adorar a las lechugas antes de devorarlas, sentirte hermano de los tiburones y de los berberechos, llorar de emoción contemplando el musgo de la pared cuando la aurora lo ilumina, reflejar tu alma en los ojos de un perro, caer de hinojos ante cualquier sembrado y coronarte de ajos, saber que tu cuerpo es también el fondo del mar lleno de algas y peces fosforescentes, burlarte de la suerte de morir para hacerte inmortal sólo lo que dura el salto de un delfin. Cada mañana un mundo mágico a tu imagen y semejanza volverá a crearse a partir de un sentimiento de piedad. Ésta es la últinia barricada.

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