sábado, noviembre 27, 2010

Tiritos

Si me pongo a analizar, si me adentro a mis oscuras entrañas lo que puedo concluir son ciertas cosas, sostenidas de maneras muy débiles y sin fuerza. Lo único que sé a estas horas es que mis apuntes huelen a pollo descongelado, que la mermelada no engorda, que el grano en mi cuello es en forma de chupon y demás cosas que flotan en la superficie y se mueven cada vez que pronuncio mis ojos de abajo para arriba.
Voy a tener que fijarme en mis entrañas más claras, más blandas, más agudas, agudizarme, desdoblarme y entrar en trance para poder descomponer esto que intento descifrar al mirarme, al verme en el espejo, observarme detenidamente y ver, a ver qué se encuentra, o mejor, no encontrar nada, solo muecas falsas y entes adobados que se acumulan en los poros, y vos sabes que son frustraciones de última temporada, y demás kilos de tóxicos y cosas que aspiraste años anteriores. Nos encontramos por ejemplo, como charlábamos hoy, -“si, a la merca de acá la entrevieran con huesos de personas”-, -“perdón, entonces vos te aspiraste a medio cementerio”-, y las costillas se nos desacomodaban de la risa, igual hay que detenerse en ese instante en que se pronuncio algo tan fuerte y tan groso, en ese mismo momento que no se estaba hablando de cemento (que es por lo general lo que se hace), se estaba hablando algo muy grande y sin embargo no quedo tan mal, o debe ser nuestra tendencia de reírnos de la vida, de tener este humor tan negro, a pesar de ser unos pobres sensibles, que contradictorio. Ya me fui al carajo, es que eso habla de las entrañas de uno, literalmente digo, lo que se lleva en las entrañas, ja, y se encuentra con cosas pocos felices, con esas cosas que se guardan y quedan ahí acumuladas, y si me detengo cuidadosamente y presto atención a cada centímetro de mis tripas, puedo quizás hacer un balance que me de que esta todo muy para el ojetee(para la mierda), o al final de cuentas no hay de que asustarse y al igual que el sol en mi espalda nació un día de los muertos, de la noche oscura de cada día también sale el sol.
Me acaricio yo mismo mi panza, que se toca sola últimamente, unos besos le vendrían bien cada tanto, la analizo para sentir que tiene guardada, y mi panza está tan flaca, debe ser por mis entrañas secas, analizo ese espacio metafórico que existe ahí en donde todos los pensamiento hacen choque, y repercuten de manera destructible, se estrellan ahí, se revientan, hacen pogo, se enfiestan, se golpean de manera violenta y desmesurada, se suicidan mutuamente, se cortan hasta desangrarse, bueno, (me encanta exagerar es verdad), vuelvo a la panza como figura elocuente en que mis caprichos emocionales hacen todas esas cosas que mencione de manera eufórica anteriormente, y resulta ser que mi panza se encontró bien hoy a pesar de que le dieron sentencia final. Es más hasta me animo a decir que me encanta encontrar mis entrañas enrolladas y dolidas, y ya sé que soy masoquista, simplemente está vez es diferente.
Era un dolor placentero, ya no dolía de la misma manera, me encontré tras reventarme muchas veces con ella, la madre de todos los dolores de cabeza, la verdad, y la verdad ya la sabía hace rato, que no la quiera ver y seguir rebajándome, demostrando el poco amor y respeto que me tengo a mi mismo, eso es otra cosa, no voy a decir como todos los pajeros, que abrí los ojos y por fin pude ver, aunque de alguna manera lo este insinuando, pero lo que trato de decir es otra cosa, es que me permití pensar por fuera del circulo vicioso en que estaba sumergido, y hacer catarsis a partir de eso, y darme asco, y sentir asco de la vida, de las cosas que había decidido hacer, vos no fuiste menos, pelotuda, y sabes que te estoy hablando a vos, ja.
Cabe mencionar que no estoy escribiendo para todos, es decir me chupa si se entiende o no lo que intento contar, lo que me refiero, no me importa, tengo ganas de escribir lo que quiero y de la forma que quiero y decir (un cuarto) de lo se me cruza y no temer por ello, y no quedarme con las ganas. No quedármelas en mis entrañas golpeadas pero que sonríen.

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