miércoles, julio 20, 2011

PADRE DIOS RIO


“Verdadero paraíso, muchas lunas fue así”, dice la vocalista de Aterciopelados, dice Andrea para referirse a esa magnifica época de nuestra America Latina, de mi Suramérica, a la que pertenezco, de la que soy fruto, en la que un día hace millones de años la primer célula que inicio la cadena de la vida tenía sus inicios, aquí. No se si todos los que leen este texto pueden decir lo mismo.  (Admito no ser totalmente autóctono, soy una mezcla, un mestizo).
 Me hubiera encantado ser un Toba, me hubiera encantado ser el Toba pero de hace tiempo, en que era el dueño de la flecha, el señor cazador, como dice Jairo. Ahora ya no puedo querer ser Toba me da miedo, hay furor de etnocidio, auge de marginalidad y discriminación, ahora ser un Toba significa además muchas horas de subte, muchas lagrimas de asfalto, ¿Tanto les cambio la vida? Así es, verdad, tan verdad es que me los cruzo en plena Capital Federal de Buenos Aires, repartiendo papelitos reclamando sus tierras que les fueron robadas en Formosa. .
No les basto con quitarles las tierras, el agua, la salud, la identidad, la dignidad, y así puedo seguir dos hojas más, si no que ahora directamente, los matan. Como ratas que hay que eliminar, como esa víbora cruelmente calumniada por la iglesia, es una parte del sistema que ya no sirve, que molesta, qué más da, un ser tan desconocido e inservible, ni siquiera casi humano. Soy yo, o es que volvimos al 1.800.
 Los quieren eliminar a todos. A sus hermanos Mapuches los señores del “cuellito” una vez  les dijeron que no tenían alma, a los otros hermanos bien cerquita al norte, Mocoví, los mataron ni bien entrado el siglo XX, y ellos, los que la vienen luchando en la esquina más inhóspita del país, la tan feudalita Formosa, la de los vasallos del señor Feudal, Gildo Isfran, ahora sufren nuevamente.
 Ser Toba hoy en día cuesta caro, y más si te ve la policía de la provincia de Formosa, famosos por sus tácticas de entendimiento, disciplina y reflexión.  Más famosos se hicieron el día 23 de noviembre del 2010, día en que se reprimió brutalmente a la comunidad QOM  por hacer reclamos en la Ruta Nacional 86, por el derecho de sus tierras, día que se golpeo a niños, mujeres y ancianos de la comunidad. Hoy esto sólo es noticia en la crónica roja de la prensa local, como dice Galeano, nunca van a figurar estas personas cruelmente asesinadas y despojadas de sus tierras, nunca van a estar en la historia universal, sus nombres no dejaran eco alguno, y la injusticia que sufrieron sus verdaderos autores nunca la pagaran.
 Este es el mundo del revés, como cantaba Maria Elena Walsh, aquí la naturaleza es un mero instrumento, al que hay que dominar y a la tierra la calan hondo para sacarle el oro negro que moviliza las patéticas vidas del 20 % de la población mundial que puede disfrutar de las fortunas. Lo loco de todo, es que los países más pobres son los más ricos en recursos naturales, y ciudades ubicadas en el medio de la nada y sin patrimonio alguno, son los que explotan todo ello.  
 De niño recuerdo, me llamaba la atención una canción muy popular en mi pueblo que sonaba en todas las radios, y todos cantaban en los festivales, la canción decía así “Y así cantaba el niño toba, en su lengua de amo y señor: Oye Dios, escucha mi canto, con el viento te hago llegar, que la pesca, termine temprano, y mi padre pueda mucho pescar”. Todos cantaban alegres, muy contentos compartían en familia, blancos, saludables, católicos y buenos, cantaban la canción del Tobita, pero después cuando los cruzaban en las calles los miraban con desprecio, se reían de sus ropas, les molestaba sus olores y nadie se preguntaba si había comido o no, nadie se preguntaba si era así como esa criatura debía vivir, y educaban a sus hijos y lo hijos de sus hijos para ver eso como lo “normal”, el cura de la iglesia local lo saludaba con mucho amor cuando salía de su cómoda casa y  manejaba su lujosa camioneta último modelo, mientras el tobita se admiraba de que muchos canten una canción en su idioma, se ponía contento aunque estaba cagado de hambre, sucio y sin futuro alguno para sus sueños.  



   

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