domingo, agosto 07, 2011

Es preciosa mi sangre

No nos importa la identidad como carta de ciudadanía,
No nos importa la identidad como cuota dentro del sistema,
No nos importa la identidad como espacio de reivindicación de derechos,
No nos importa la identidad como espacio de poder, ni de “ficción de poder” y nos mofamos del empoderamiento.

No nos importa la identidad como aditamento de diversidad que nutre al neoliberalismo en la ornamentación de sus horrores.
No nos importa la identidad como sentido de pertenencia, ni de obediencia.
Cualquier identidad puede ser engullida y absorbida por la normatización el disciplinamiento y la lógica del sistema, cualquier disidencia puede ser reabsorbida reconducida, reacondicionada y consumida.

No importa cual fuera el punto de partida para ésta: la edad, el sexo, el color de la piel, el lugar geográfico donde has nacido, tus elecciones para el placer, tu origen cultural, tu trabajo , tu ropa, no importa.
Cualquiera de estas diferencias contenedoras de identidades pueden nutrir al propio sistema en su reforzamiento, pueden constituir una prótesis del sistema en su fortalecimiento, en sus espejismos de libertad, en sus augurios de incorporación e inclusión sociopolítica.

La inclusión no es sino un proceso de vanalización de la identidad, de reducción de sus contenidos al mínimo, es un proceso de vaciamiento y sustitución de horizontes propios , quiméricos y utópicos por horizontes prestados, posibles e igualitarios.
A nuestros ojos no está pues la disidencia del sistema en la sexualidad, el placer, ni el sexo, no está la disidencia del sistema en el color de la piel o el origen cultural por sí mismos y de antemano.

No es ser indio alternativo a ser blanco;
Ni ser mujer alternativo a ser hombre,
No es ser transexual alternativo a ser hombre,
Ni ser maricón o lesbiana alternativo a ser heterosexual.
Porque todos éstos lugares de identidad han sido tomados en cuenta, cubiculados, clasificados y ordenados y hasta perversamente constituidos para hacer turno y fila en su proceso de incorporación y aniquilamiento.


María Galindo

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