Me hablan del hombre nuevo, me hablan de la masculinidad, de
interpelar con eso y ver que surge, que conceptos afloran, cuanto se puede
descontracturar los cerebros de aquellos que les estructuraron la cabeza, para
pensar así, para sentir así, según lo que es natural según la sociedad en la
que habitamos. Los discursos cambian, los papeles, los roles, va quedando la
resaca como siempre del fanatismo por no dejar vivir al otro, por no verlo ser
libre, ni que respire al lado. Guay de aquel que quiera ser distinto, que el
sólo cambio de color puede desentonar la
configuración del orden, para otros por suerte es como ver la tele.
Me parece perfecto que quieran saber, que quieran indagar
sobre la cuestión, y es que siempre si hablan de la marica, de esa que debería
ser ese y lo es pero al final es esa, que en su afán de ser asociado a lo
femenino es siempre despreciado, por no responder a la lógica de lo que se
supone que debe ser el hombre, el tan afamado macho, ese que es el patriarca,
el que se cree dueño, y si es piola te dice “si yo tengo un amigo así” y además la marica es el horror de esas
mujeres que se desprecian así mismas y no lo ven con buenos ojos, no saben que
ese desprecio, es el de los patriarcas,
es el reflejo de ellas, de lo femenino.
Hay una especie de hombre bueno, de blando corazón, de
cerebro amplio, existió alguna vez, o muy pocas veces, habita hoy por ahí y
puede esté leyendo esto que escribo, el hombre nuevo no va de putas pero
tampoco es heterosexual, y con ello no quiero configurar a nadie, todxs somos
libres pero si vamos a hablar de la heterosexualidad obligatoria como un mal
que aqueja, que causa muchas cosas por las que luchamos por terminar, entonces
de qué sirve todo eso si te vas a terminar
etiquetando allí, si te vas a terminar quedando ahí.
Después de escribir esto...
Siesta, calor, unos teres, unos chirris, música, temporada de patos, colchones ...15-12-12
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