viernes, diciembre 21, 2012

heteronorma


Me hablan del hombre nuevo, me hablan de la masculinidad, de interpelar con eso y ver que surge, que conceptos afloran, cuanto se puede descontracturar los cerebros de aquellos que les estructuraron la cabeza, para pensar así, para sentir así, según lo que es natural según la sociedad en la que habitamos. Los discursos cambian, los papeles, los roles, va quedando la resaca como siempre del fanatismo por no dejar vivir al otro, por no verlo ser libre, ni que respire al lado. Guay de aquel que quiera ser distinto, que el sólo cambio de color puede desentonar  la configuración del orden, para otros por suerte es como ver la tele.
Me parece perfecto que quieran saber, que quieran indagar sobre la cuestión, y es que siempre si hablan de la marica, de esa que debería ser ese y lo es pero al final es esa, que en su afán de ser asociado a lo femenino es siempre despreciado, por no responder a la lógica de lo que se supone que debe ser el hombre, el tan afamado macho, ese que es el patriarca, el que se cree dueño, y si es piola te dice “si yo tengo un amigo así”  y además la marica es el horror de esas mujeres que se desprecian así mismas y no lo ven con buenos ojos, no saben que ese desprecio, es el  de los patriarcas, es el reflejo de ellas, de lo femenino.
Hay una especie de hombre bueno, de blando corazón, de cerebro amplio, existió alguna vez, o muy pocas veces, habita hoy por ahí y puede esté leyendo esto que escribo, el hombre nuevo no va de putas pero tampoco es heterosexual, y con ello no quiero configurar a nadie, todxs somos libres pero si vamos a hablar de la heterosexualidad obligatoria como un mal que aqueja, que causa muchas cosas por las que luchamos por terminar, entonces de qué  sirve todo eso si te vas a terminar etiquetando allí, si te vas a terminar quedando ahí.  
Después de escribir esto...
Siesta, calor, unos teres, unos chirris, música, temporada de patos, colchones ...15-12-12

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