viernes, enero 07, 2011

El show de medio tiempo

 Me prendí un cigarro y me lo fume a tú salud. Mientras el humo entraba en mis flácidos pulmones observaba los chicos, observaba como se desparramaban entre el pasto y la lluvia. Hace tanto qué no hago deporte, pensé, bueno ahora estoy de vacaciones,(mañana, mañana). La lluvia de mierda que no paraba, y con el viento y los pelotazos, "En cualquier momento me revientan uno, y me marcan la frente como me la dí ayer a orillas del río Parana". Me la emparejan, así me queda perfectita con el otro chichón. Igual estoy tan acostumbrado a los porrazos, de todo tipo.
 Qué ironía resulta todo, me preocupa  mi salud es verdad, debido a que estoy como alejado de la vida sana (ya no quiero vivir cien años) y veo que eso más la suma del paso de los años que no vienen solos, dan como resultado a mi persona como espectador de un futlbito del que nunca no voy a formar parte, prefiero fumarme un pucho sentado solo, y pensar, y comerme la cabeza. De pronto (Mi vino la ciclotimia) ===>Qué más da? yo quería jugar, yo quería meter un gol y tirarme en el barro, quería sentir la adrenalina que sentía antes, de meterme justo cuando mi oponente me iba a pasar y yo de forro, lo barría y lo dejaba tirado de un planchazo, y bueno, soy malo para el fútbol y algo había que hacer, me enseño el choto de mi entrenador.
En el momento en que me dispuse a darle la última seca, y dejar el vicio, ser un chico sano que quiere vivir, que quiere correr, ser libre, y toda la bola, el cigarro se me cae. Me agacho a buscarlo, en el mismo instante en que mis rodillas se doblaban, el ruido y la luz me hicieron voltear la cabeza para arriba.  Y pude ver como del cielo gris salía una linea que encandilaba dividiendo la cancha en dos pedazos, pude sentir el temblor y la energía, la fuerza de la naturaleza que se presentaba, no para jugar un partidito precisamente. 
Pero también pude ver como esa linea culminaba en uno de los pibes, los músculos de su cuerpo se contraían como si algo los tomará de por dentro, los apretujara, el humo se escurría de sus pelos chamuscados, y la muerte, la muerte no la vi en el, pero si en el rostros de los demás que estaban a su lado. corrí, lo primero que atine a hacer, fue correr, correr hacía el, no se para qué, no me dejaron acercarme, podía agarrarme la electricidad a mi, me decían los giles, no me importaba, algo había que hacer, ellos se chocaban entre ellos, se escapaban, se iban a la mierda, y lo dejaban prenderse fuego. Hijos de puta.
 Cuando todos se fueron, lo dejaron tirado junto a mí, bueno debe ser el miedo, la gente nunca sabe cómo reaccionar ante el miedo y buscan la salida fácil, eran todos chiquitos, pobres, yo me senté en el pasto mojado, al lado del quemadito, y hacía fuerzas para no respirar ese olor, hacía fuerzas para no llorar, y mantenerme cuerdo hasta que el puto celular de mierda me de con la policía o lo que sea, no sabía a quién mierda llamar. Me prendí otro pucho y lo tomaba de la mano, toda negra la mano. "-que contradictorio no, loquito, tanta salud que por cosas del azar no te sirve de nada ahora, cuál será tú nombre? cuáles serán que fueron tus sueños? viste por eso yo no hago deporte, negro, no, si no te revienta un rayo en la cabeza, te da un infarto en medio del sol. Yo también corto los pantalones así, y la gorrita para atrás, ¡es la que va!, en la escuela no te enseñan a no jugar así cuando llueve y hay truenos a lo loco, tus padres no te avisaron, pelotudo, pajero, ahora sos uno menos, ahora sos sólo un número en las estadísticas de muertes, de desgracias, yetudo, y no me sale otro insulto en guaraní", grite como un desquiciado todo eso, mientras unos gendarmes me agarraban de los brazos para que no le siga pegando, los tipos no entendían nada. me taparon con una toalla y me sentaron en la parte de atrás de una camioneta.   
 Los vecinos se esparcían a lo largo de toda la cancha pero nadie se acercaba, nadie se animaba a mirar de cerca, el cuerpo que ahora era solo un pedazo de carne, que ahora no era nada, miraban mis manos temblar, pedí fuego por qué se me había mojado el encendedor, pero ningún correntino tuvo piedad de mi vicio. Estaban muy ocupados mirando del espectáculo. Una mujer que estaba tirada en el piso llorando desesperadamente, o era su mamá o su mujer, no sé pero era la única que lloraba. Lo sacaron en una bolsa, eso dice mucho. El sol se presentaba como un faro que iluminaba solamente la camioneta, lo tiraron a mi lado, uno de los oficiales me alcanzo fuego, y me dijo- "eso no hace bien"-, yo solo lo mire con asco y seguí concentrado en mi ataque de pánico. Me seguí fumando un pucho, a tú salud, a la del pibe, a la mía, y a la de la re puta madre que lo parió!.

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