martes, enero 18, 2011

Sobre el aborto -

 Pienso en los que atacan al aborto porque ven en una pantalla una ínfima lagartija que se mueve. La vida es conciencia. Lo que distingue al hombre es la conciencia. El hombre no es un feto biológico. Es un ser conciente que puede y debe libremente (aunque, en uso de esa libertad, se someta) actuar.No soy dueño absoluto de mi cuerpo. Pero si a un feto, que no es más que una lombriz que encadena mi libertad, me condenan a aceptarlo, sólo tendré odio para darle. Si a una mujer le imponen un fruto indeseado, jamás podrán imponerle que lo ame. Se ama al hijo que se busca, que se anhela, que es parte de una relación consentida, mutuamente aceptada por los miembros de la pareja. Pero si se impone (al modo de un castigo de la Ley de Dios, de un dios biologista, que cree que en un trozo de mínima materia reside ya la grandeza espiritual - o su cara antagónica - a la que un ser humano puede arribar, que existe algo tan exquisito como la conciencia, lo que hace del hombre un ser único de la naturaleza, el único capaz de concebir a un Dios y hasta de pensar el cosmos) la obligatoriedad de aceptar el fruto de una unión no querida o fracasada o equivocada, si esa decisión se le impone, además, a un ser libre, que es el que, desde esa libertad, ha sido capaz de imaginar al Dios en cuyo nombre se lo condena, que es capaz, también, de rezarle a ese Dios que es totalmente inconcebible para el gusano que lleva en sí y al que indignamente se lo somete, como si algo tuvieran que ver un ente antropológico que elige, que piensa, que sufre y sabe que sufre, que teme y sabe que teme, que padece la injusticia de leyes medievales y sabe que paga el precio del atraso espiritual y moral de las sociedades y hasta el precio de su hipocresía, de un concepto arcaico y clerical de "la familia", de "la vida" entendida como "vida biológica" y no como vida inteligente, lúcida, que dice que sí, que dice que no, que lo dice porque puede decirlo, porque es libre y puede y debe elegir a cada instante, se viola un bien que no debe violarse, que no debe herirse, porque ese bien, su libertad, es el más preciado en las controladas sociedades supramodernas, en las sociedades informáticas creadas para vigilarnos, tan pervertidas, ellas, en su pulsión por manipular a las personas, por erosionarles la libertad, que son capaces de apelar a un gusano ínfimo para encadenar a un ser libre, a una conciencia.Además, para la pareja que no desea un hijo ahora, sólo eso, o para la mujer que meramente se equivoca, lo único que hará la santificación del feto será sellar para siempre ese fracaso, esa equivocación, cuando ella quiere verse libre de esa persona, olvidarla y reiniciar su vida, dejando atrás lo que atrás debe dejarse o se desea dejar, ya que para eso es libre y dueña de sus actos, en tanto un hijo la ataría a esa relación frustrada, mera consecuencia tal vez de un momento de confusión, o de lo que sea, por la eternidad, oscureciendo sus dias, que son contados, quitándole la alegría, y llevándola a la casi imposibilidad de amar a ese fruto que le han impuesto, que no eligió, o que fue el resultado de una violación delictiva, brutal, aberrante, privativa de los machos violentos que ejercen violencia sobre el cuerpo de las mujeres, o peor, el colmo de todos los colmos, el horror de todos los horrores, si ese feto es fruto de la violación a una niña minusválida, de la que es fácil aprovecharse, jugar con ella, engañarla, burlarse, y luego violarla y después viene un juez o una jueza con una Cruz en la mano y habla en nombre de Dios y la defensa de la vida, habla en nombre de ese catolicismo cavernario, que se encarna en un hombre seco, que se ve claramente que acaso sepa de teología pero que de la vida nada, porque no ha entrado en ella. Y si no lo hizo fue en nombre de la pureza, ya que lo propio de los pastores es la pureza de la reclusión y no el extravío, la perdición en esa Babilonia en que todos jugamos a cara o cruz nuestra alma o nuestra percepción de nosotros mismos, o la mirada de los otros.¿Qué pureza monseñor Bergoglio? Un pastor de almas tiene que conocer lo duro, lo áspero que es el mundo, y ustedes, que viven esa vida rumbosa de los jefes de la Iglesia, creen que pueden opinar, conocer el corazón de las gentes y no conocen nada, y tan poco conocen que para conocer algo pervierten el alma pura de los niños, ¡por favor! Vuelvan a ocuparse de cúantos santos o cuántas vírgenes caben en la cabeza de un alfiler, porque lo que saben de la vida apenas si da para más.¿Qué Dios les dio sabiduría? Podríamos creer eso si creyéramos en un Dios sabio. Pero creemos más en Primo Levi: "Existe Auschwitz, no existe Dios". O existirá en alguna parte. (Y vaya uno a saber cómo será: el de la Sixtina, no.)Pero no aquí. No entre nosotros. Y si existe entre nosostros no es Dios. O es un Dios con tanta maldad en sí mismo que existe para nuestro dolor, no para librarnos.









En Crítica de la Razón Imperial. De la Conquista de América a la Guerra contra el Terror. Libro I: "La colonización de la subjetividad. El poder mediático y la construcción del sujeto-Otro". El sujeto mediático es el sujeto constituyente.






José Pablo Feinmann.

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